Que astuta, ni viento en contra, ni pies de plomo, ni vegetación para esconderse, ni trucos de magia made in David Coperfield, ni Rita la cantaora. Son listos como ell@s sol@s. Después de habernos engullido una barbacoa en toda regla, mi amigo Carlines, Igor y un servidor nos fuimos a dar una vuelta por "las loberuelas", coto de caza privado donde estuvimos echando una mano a un amigo de Juancar. El dia fue espectacular en el tiempo, en la compañía, en la "jala" y en lo que pude disfrutar con la cámara: 450 fotos en 2 horas lo avalan. Como iba diciendo, después de engullir todos los manjares gorriniles a los que nos invitó Pascual, guardés de la finca, cogí la cámara y nos fuimos a andar por parte de las 400 hectáreas de terreno lleno de jabalís y venados. Al poco rato de marcha, Carlines me señaló a la gorrina que veis en la foto. Se encontraba ozando tan feliz. Preparé el tele, enfoqué sin pitito y en ese momento, grummmm, gruñido y alerta. Prometo que no hice ni un solo ruido y el aire estaba a favor. Cazado, ahora que yo también la cacé a ella, era jabalina. Ráfaga de 5 fotos, y salio disparada como un cohete. Continuamos el camino con todo sigilo y más adelante, piara grande con sus correspondientes rayones lechales, a la que seguimos durante un rato y disparé las correspondientes ráfagas. Venados sólo vimos 1 hembra solitaria, raro, según dijo Carlines porque hay muchos y grandes, y no pudimos disfrutar de su elegancia y porte para haberlos inmortalizado, y nunca mejor dicho, ya que seguramente muchos de ellos en la temporada de otoño-invierno, aludiendo al argot modista, serán cazados y muertos por los "depredadores de la pradera", disfrazándolo de controles cinegéticos, que no quiero decir con esto que otras veces no se hagan. Pasamos un día magnífico en lo gastronómico y en lo ocioso, y yo, particularmente, también en lo fotográfico. Hasta el próximo relato.
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